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viernes, 27 de enero de 2012

Logros y retos del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad


31/01/12

Logros y retos del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad



El próximo 28 de enero se cumplirán 10 meses del lamentable asesinato de Juan Francisco Sicilia, Gabriel Alejo, Julio César y Luis Antonio Romero, y de tres personas más. Esa fecha puede identificarse también como el origen de lo que hoy es el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD). Terrible paradoja: el asesinato de siete personas da vida a un movimiento.

Cuando el poeta Javier Sicilia –padre de Juan Francisco- lanzó el grito de Estamos hasta la madre, diferentes personas y organizaciones acudieron a su convocatoria para intentar frenar la guerra y exigir justicia. Aunque es verdad que desde tiempo atrás organizaciones, intelectuales y víctimas ya denunciaban la barbarie; nadie puede negar que fue a partir de esos sucesos que la indignación y la rabia tomaron un nuevo rumbo.

A lo largo de ese tiempo, el MPJD ha centrado su discurso y sus acciones en dos ejes: 1) la exigencia de justicia para las víctimas y 2) la demanda de alto a la guerra. Esos puntos le han permitido construir redes de solidaridad con otras organizaciones y otros movimientos que también definen como emergencia nacional la situación del México actual.
Para buscar soluciones a esta emergencia nacional, el MPJD ha establecido diálogos con la sociedad civil y con los poderes políticos formales. En ese proceso ha caminado y escuchado a las víctimas de la guerra y de la violencia estructural, al mismo tiempo que fue construyendo relaciones de solidaridad con especialistas que ayudaron a diseñar propuestas viables.

A continuación quiero compartir con ustedes un breve balance sobre algunos logros y retos del MPJD en estos sus primeros diez meses de vida, no sin antes señalar que esto es sólo una lectura personal que puede complementarse con otras visiones.


Logros

1) Nombrar la emergencia nacional: cuatro años después de iniciada la guerra –cuando ya se hablaba de más de 30 mil asesinatos y 10 mil desapariciones-, distintas personas y organizaciones lograron articularse y dar una respuesta conjunta. Afortunadamente, el trabajo de varias agrupaciones que desde años atrás venían documentando y denunciando las múltiples violaciones a los derechos humanos, les evitó partir de cero y aprovecharon esa experiencia para clarificar su camino. Al nombrar colectivamente a la guerra y caracterizar la situación del país como emergencia nacional, lograron hacer de este tema un fenómeno de discusión pública e insertarlo en la agenda nacional e internacional.

2) Visibilizar a las víctimas de la guerra: Contrario al discurso oficial que insistía en criminalizar a las víctimas o considerarlas simples “daños colaterales”, desde el MPJD se impulsó una narrativa crítica y diferente. Con las demandas de Memoria y Verdad se intentó dignificar a aquellos que han sido doblemente asesinados: primero por la violencia y luego por el discurso oficial. Dar nombre y conocer las historias de cada uno/a de los/as muertos/as y desaparecidos/das ha sido un elemento crucial de dicho movimiento. Al mismo tiempo se ha exigido Justicia para todas y cada una de las víctimas.

3) Además de Justicia, Memoria y Verdad, se han puesto en el debate público las exigencias de Reparación del daño y Garantía de no repetición. Para garantizar respaldo jurídico a estas demandas, el MPJD participó en la elaboración –con otras organizaciones e instituciones- de la Ley de Víctimas de la Violencia y de Violaciones a los Derechos Humanos.

4) Articular un pequeño grupo de especialistas que dan acompañamiento jurídico y psicosocial a las víctimas que se han acercado al movimiento. En este proceso se fue acumulando el saber y la experiencia en la larga búsqueda de justicia por parte de familiares y amigos de víctimas directas de la guerra.

5) De víctimas a defensores de derechos humanos. Desde las primeras movilizaciones en abril de 2011, cientos de víctimas directas e indirectas respondieron al llamado a organizarse. En ese lapso se fue dando una transformación de raíz en cuanto a la interpretación de los orígenes y las causas de la violenciaOrganizar el dolor y la indignación ha generado que muchas víctimas sean hoy sujetos sociales que reclaman sus derechos.

6) En los varios recorridos que ha hecho el MPJD por más de 26 estados del país, la comisión de documentación fue procesando y organizando la información que tanto las víctimas como otras organizaciones compartían. Con ello se logró documentar a mayor escala y evidenciar cómo las violaciones a los derechos humanos son un fenómeno constante en la actual estrategia de seguridadEsto ha permitido acudir a instancias internacionales y dar proyección global al conflicto, pues sin duda alguna, los argumentos se vuelven más sólidos cuando existen pruebas que los sostienen.

7) Generar nuevas organizaciones y contribuir a la articulación de las ya existentes. Con las exigencias de justicia para las víctimas y alto a la guerra, el MPJD fomentó y fortaleció la organización local y regional. Víctimas y ciudadanos/as de diferentes entidades de la republica y en otros países crean nuevos colectivos (Emergencia MX, Red global la paz, Guerrero hasta la Madre, Red por la Paz y la Justicia, El Grito más fuerte, Jóvenes ante la Emergencia Nacional, etc.) Aunado a lo anterior, el MPJD se ha articulado con otras organizaciones que, con el mismo tema o con agendas diferentes, han comprendido que la situación de emergencia nacional requiere de una respuesta conjunta.

8) Diálogos con los poderes legislativo y ejecutivo. Debido a las movilizaciones y a la legitimidad incuestionable de las demandas del MPJD, dos de los tres poderes legales de nuestro país (ejecutivo y legislativo) se vieron obligados a entablar diálogos y reconocerlo como actor social. En dicho proceso y sobre la base de los 6 puntos lanzados el 8 de mayo en el zócalo de la ciudad de México, se ha bosquejado una Agenda para la paz. En estos diálogos también se logró visibilizar otros temas que habían sido ocultados por el tema de la guerra, entre ellos: pueblos indígenas y autonomías, educación (presupuesto y obligatoriedad), medios de comunicación (fin del duopolio), transparencia y rendición de cuentas, etc.

9) Diálogos y redes de solidaridad con otras organizaciones de la sociedad civil. El proceso dialogal que abrió el MPJD desde abril de 2011 no sólo fue con los poderes políticos formales, sino también con las organizaciones de la sociedad civil que tienen algo que decir y alternativas que presentar frente a la emergencia nacional. El acompañamiento físico y moral a organizaciones hermanas encaminadas a construir la paz con justicia y dignidad ha sido una constante. Algunos ejemplos son Cheran, Ostula, Wirikuta, Acteal, presos políticos de Chiapas, etc.

10) Frenar la Ley de Seguridad Nacional. En abril de 2011, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de la Organización de las Naciones Unidas recomendó al gobierno mexicano retirar a las fuerzas castrenses de las tareas de seguridad. Dicha recomendación fue resultado de un análisis de la información obtenida durante su estancia en México. En ella se podía observar el aumento significativo de violaciones a los derechos humanos cuando los militares desempeñan esas labores. No obstante, miembros de distintos partidos políticos impulsan una reforma a la Ley de Seguridad Nacional, la cual no sólo legaliza el uso del ejército en tareas de seguridad, sino que además le atribuye mayor poder. Como respuesta, el MPJD ha llamado a frenar dicha reforma –cosa que se logró en dos ocasiones- y ha convocado a especialistas y miembros de la sociedad a construir una Ley de Seguridad Humana y Ciudadana. Así mismo, el MPJD ha insistido en señalar que el fortalecimiento del tejido social y la participación de la sociedad es una alternativa real, como ejemplo ha puesto a las policías comunitarias que operan exitosamente en diferentes regiones del país.

Como todo proceso, el movimiento social que comenzó a articulares durante el primer semestre de 2011 enfrenta serios retos. En su búsqueda por detener la guerra y obtener justicia para las víctimas, los integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad están obligados a realizar un balance crítico y trabajar sobre los puntos en los que se ha mostrado vulnerable. Sobre algunos de esos puntos versan las siguientes líneas.


Retos

1) Seguridad para los y las integrantes del MPJD y de otras organizaciones sociales. El asesinato de Pedro Leyva, Trinidad de la Cruz [2] y Nepomuceno Moreno [3] ; la desaparición de Eva Alarcón y de Marcial Bautista [4] , así como la agresión contra Norma Andrade [5] y las amenazas contra los integrantes del Comité Cerezo [6] ; son sólo un ejemplo de la vulnerabilidad en la que se encuentran los activistas y defensores de derechos humanos en México. Por ello –y obviando que no será el Estado quien brinde seguridad o protección a quienes cuestionan la guerra- el MPJD y todas las organizaciones sociales necesitan replantear sus estrategias y elaborar mecanismos de autoprotección.

2) Financiamiento. Uno de los problemas históricos de las organizaciones sociales es el de cómo financiar sus actividades sin comprometer su independencia y sus principios. Hasta el día de hoy el MPJD ha contado con el apoyo financiero incondicional de la sociedad nacional e internacional. Sin embargo, hoy por hoy , el movimiento se ve obligado a diseñar estrategias de financiamiento que le permitan tener ingresos constantes y seguros para poder seguir desarrollando sus acciones.

3) Profesionalización y continuidad de los equipos de documentación, acompañamiento jurídico y psicosocial. El MPJD logró conformar un pequeño grupo que ha hecho una importante labor de documentación, atención psicosocial y acompañamiento jurídico. Este grupo está integrado por jóvenes estudiantes y especialistas de las áreas afines. Sin embargo, la gravedad de la emergencia nacional ha rebasado las capacidades de dicha comisión. El MPJD tiene que avanzar con la construcción de grupos –y fortalecer lazos con los existentes- que brinden acompañamiento a un mayor número de víctimas. Lo anterior también le permitirá tener un panorama nacional y robustecer la organización de forma regional.

4) Memorial de víctimas. En un esfuerzo por hacer que las generaciones venideras sepan lo que sucedió en México, el MPJD debe de materializar aquello que ha sido una de sus banderas desde sus primeros pasos: la construcción del memorial de víctimas. Conocer los nombres y las historias de todas las personas asesinadas es una responsabilidad con nuestros/as muertos/as y con la historia.

5) Definición de identidad y diseño de la estrategia. A lo largo de 10 meses se ha ido delineando –en acciones y discursos- la identidad del MPJD, pero ha llegado el momento en que esto tiene que formalizarse. El contexto nacional y la coyuntura electoral así lo exigen. Algunos de estos elementos pueden ya vislumbrarse en el pronunciamiento de la Primera Reunión Nacional de Referentes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que salió a la luz el pasado 16 de enero de 2012.

6) Entender las diferencias culturales y regionales. Uno de los grandes obstáculos que han enfrentado los movimientos sociales en México es el de la diversidad cultural y geográfica del país. Lograr construir un movimiento de alcance nacional significa un reto en cuanto a comunicación, movilidad y temporalidad. Si a esto sumamos que la violencia que se vive en México se diferencia en intensidad de forma regional –sin olvidar la pluralidad cultural y los tipos de violencias-, entenderemos que las respuestas desde la sociedad también sean distintas. Ése, sin duda, es uno de los grandes retos que tiene el movimiento: lograr articular organizaciones de todo el país que tienen experiencias y prácticas distintas para resistir a la guerra.

7) Organización regional y articulación nacional. Las nuevas y las viejas organizaciones sociales que tienen que articularse, sin que eso signifique diluirse. La guerra no podrá detenerla ningún movimiento de forma aislada. Parar la guerra es una tarea de todos y todas. Peor aún, enfrentar las consecuencias será una labor larga y de arduo trabajo. Pero no se parte de cero: por todo el país existe una tradición organizativa sobre la que puede edificarse la resistencia a nivel nacional.

8) Mirar más allá de las elecciones. El MPJD es un movimiento que dialoga con el poder político, pero no aspira a detentarlo. Su objetivo ha sido empoderar a la sociedad, coadyuvar a la construcción de nuevos sujetos y actores sociales. Por ello su estrategia tiene que pensarse más allá del proceso electoral que tendrá lugar en julio de 2012. Construir una mirada colectiva a largo plazo sin perder de vista lo inmediato, es un reto clave para el movimiento.

9) Sentar las bases para la reconstrucción del tejido social. Mientras la clase política nacional enfoca todas sus energías en las elecciones presidenciales de julio de 2012, los asesinatos y las desapariciones siguen en aumento. Como si en México no pasara nada, los candidatos a la presidencia nada dicen sobre la guerra. Pareciera no convenirles por ser un tema que no les asegura votos. Aunado a esto, ni la clase política ni las organizaciones de la sociedad civil están preparándose para enfrentar las consecuencias sociales de ésta guerra; la cual dejará marcada a las siguientes generaciones. Por eso, el MPJD y el movimiento social en general deben comenzar a diseñar estrategias que les permitan ayudar a reconstruir el deteriorado tejido social y aminorar las consecuencias.

10) En diferentes ocasiones, los integrantes del MPJD han señalado que los gobiernos de los EUA tienen una gran responsabilidad de la barbarie que se vive en México. El tráfico ilegal de armas, el número de consumidores de cocaína, las operaciones ilegales para meter armas a México y la corrupción, son sólo algunos de los argumentos para hacer dicho señalamiento. Ante esto, el MPJD tiene que intentar insertar en la agenda político-electoral de los EUA el tema de la guerra en México y alentar a la sociedad norteamericana para que desde allá se solidaricen y se movilicen exigiendo el alto a la guerra en México.

La sociedad mexicana y el MPJD enfrentan una grave disyuntiva: detener la guerra o acostumbrarse a ella. Afortunadamente 2011 fue el año en que la sociedad y las organizaciones sociales despertaron a una dolorosa realidad: la de los 60 mil muertos, 10 mil desaparecidos y más de 120 mil desplazados de guerra. El camino para conseguir la paz con justicia y dignidad parece largo, sin embargo ya se ha dado el paso más importante: organizarse.


[2] Comuneros de Santa María Ostula.
[3] Padre de Jorge Mario Moreno León, quién se encuentra desaparecido desde julio de 2010.
[4] Miembros de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán A.C.
[5] Fundadora de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa
[6] Organización de derechos humanos.