OTRO MUNDO ES POSIBLE (Y URGENTE)

jueves, 24 de noviembre de 2011

Sobre el proyecto de Andrés Manuel López Obrador


Hace unos días comencé un intercambio de ideas con mi amiga Lucia. El tema abordado fue el proyecto de AMLO, la izquierda en México y la contienda electoral de 2012. Al debate se han sumado otros compañeros que han aportado ideas muy interesantes. Por la riqueza del debate, he decidido compartir en este espacio la carta que yo envié. El resto del debate puede seguirse en Facebook. 

Carta 1
México, DF a 24 de noviembre de 2011


Querida Lucia,

Hace tiempo que llevamos intentando dar este debate, pero los tiempos, las distancias y las vidas complicadas de ambos lo han retrasado. Pero esto no puede seguir siendo un pretexto, sobre todo cuando en la era actual tenemos una infinidad de medios para comunicarnos; aunque por ahí sea imposible esa lectura de los gestos que a veces dicen más que muchas oraciones. Imagina que tan importante es eso que hasta muchas empresas dan cursos sobre el face to face. Aun así, y con el ánimo de generar preguntas y encontrar respuestas, es que van estás líneas.

Como te he comentado antes, estoy convencido de que la única alternativa real al capitalismo es el socialismo. Sé que es una fuerte declaración y que para la izquierda bien portada y acomodada esto ya sería suficiente para dejar de leer estas líneas.  No los juzgo, la experiencia del “socialismo realmente existente” y la ofensiva de la derecha mundial para desprestigiar esa ideología que tantos problemas le dio en el siglo pasado, causo ese tipo de efectos. Pero, para evitar confusiones, vale la pena aclarar de qué tipo de socialismo estoy hablando.

En el imaginario colectivo, cuando se habla de socialismo, inmediatamente se asocia con el régimen autoritario y asesino que encabezó Stalin. Ese es el triunfo del pensamiento único impulsado desde las clases dominantes: lograr reducir a eso una de las corrientes de pensamiento más importantes en la historia de la humanidad. Desde mi perspectiva, el socialismo tiene que venir acompañado de liberación, emancipación y democracia. Sólo conjugando estas luchas es que el socialismo podrá ser una alternativa real, al menos en América Latina. Permíteme profundizar un poco más en este tema, pues me parece de suma importancia.

Las luchas por la liberación caracterizaron a todo nuestro continente en el siglo XX. El hecho de que la mayor parte de nuestros países hayan sido colonias y de que las independencias nunca terminaron de concretarse, es lo que impulsó a miles de personas a levantarse en armas reclamando la independencia real y no sólo formal de varios países. Ahí tienes los ejemplos del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, el Frente de Liberación Nacional en Colombia, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional en El Salvador o el propio Movimiento 26 de Julio en Cuba. En México tenemos muchas experiencias de organizaciones a las que sólo les quedó la vía armada cómo única opción. De todas ellas quiero recordar a dos, una heredera de la otra: las Fuerzas de Liberación Nacional y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.

Pero la lucha por la liberación nacional el día de hoy ya no es suficiente, hoy la lucha por un mundo y un país distinto tiene que incorporar en su ideario el ideal de la emancipación. Cuando hablo de emancipación me vienen a la cabeza un sin fin de formas de dominación con las que tenemos que acabar, de las cuales quiero resaltar cinco: 1) la dominación de género, 2) la dominación racial y de los pueblos originarios, 3) la dominación adultocéntrica, 4) la dominación sobre la tierra, el territorio y el medio ambiente y 5) la dominación capitalista; la cual ha provocado la profundización de todas las anteriores.  

Sobre el tema de la democracia podemos decir mucho, inclusive podemos ponerle un sin fín de adjetivos para intentar describir lo existente. Sin embargo, me queda claro que la democracia real, entendida como el gobierno del pueblo, no es posible bajo el sistema capitalista y mucho menos con formas de dominación cómo las que antes he descrito. Por lo anterior creo que son pocos las sociedades que realmente conocen y ejercen la democracia; y casualmente encontramos varios ejemplos en las formas de organización que actualmente los pueblos indígenas nos ofrecen como alternativas: Cherán, Ostula, los Caracoles Zapatistas, etc. No es mi intención exaltar ciegamente a los pueblos indígenas y caer en el “indianismo” actualmente puesto de moda, pero la historia reciente nos dice que en esos pueblos se construyen y maduran algunas de las alternativas mundiales más importantes.

Ahora bien, son muchas las experiencias que en nuestro continente, por ignorancia o por las limitaciones puestas por fuerzas externas, han centrado sus esfuerzos en el desarrollo nacional; aunque esto implique impulsar una forma de capitalismo nacionalista o populismo. Ahí tienes los ejemplos de Lula en Brasil –hoy proclamado como prototipo de líder de la izquierda- o a la misma Cristina Fernández en Argentina. Reconozco que ambos han hecho un excelente trabajo en sus naciones y que han logrado generar un contrapeso político y económico a la mayor potencia hegemónica en la historia de la humanidad: EUA. Bravo por ello, las condiciones lo exigían.

Creo que ese es exactamente el mismo camino por el que ha optado Andrés Manuel López Obrador, y ahí mi imposibilidad para mirarlo con simpatía y aceptar su proyecto. Reconozco que es un hombre valiente y que lo acompañan gente de gran talento como muchos que contribuyeron a escribir el Proyecto Alternativo de Nación. También sé que mucha gente honesta organizada desde el Movimiento de Regeneración Nacional tiene la férrea intención de cambiar el país, pero para ello no basta con cambiar de clase política o de grupo en el poder. Déjame confesarte que hasta recibí con alegría la noticia de que AMLO sería el candidato de la izquierda electoral. Pero todo eso no es suficiente para que los considere cómo una verdadera alternativa.

Pero no te asustes, tampoco llamaré a no votar; las condiciones actuales del país me lo impiden. Yo no votaré, eso si me queda claro. Pero como alternativa, pues mi no-voto no es pasivo, continuaré en los caminos de la resistencia y de la organización. Continuaré alimentando el empoderamiento de la gente y de los pueblos para que algún día, espero no muy lejano, podamos construir un gobierno-pueblo.

Espero, querida Lucia, que estás líneas alimenten nuestro debate y nos permitan seguir generando preguntas y respuestas, todas encaminadas a transformar nuestro país.

Un abrazo fraterno

Raúl Romero


martes, 22 de noviembre de 2011

Michoacán: la guerra y la paz


Michoacán: la guerra y la paz
Por Raúl Romero
La guerra

El pasado 13 de noviembre de 2011 los michoacanos salieron a votar para elegir “representantes” de 113 ayuntamientos, 40 diputaciones (24 por mayoría relativa y 16 por representación proporcional) y gobernador. Para el cargo de gobernador tres eran los competidores: por la alianza entre el PRD-PT-Convergencia, Silvano Aureoles. Por el bloque conformado por el PAN y Nueva Alianza compitió Luisa María Calderón Hinojosa, hermana del actual presidente de México. La coalición integrada por PRI-PVEM postuló a Fausto Vallejo, a quien hace unos días el Instituto Electoral de Michoacán (IEM) entregó la constancia de mayoría que lo acredita como gobernador electo para el periodo 2012-2015.

El padrón electoral de Michoacán registra 3 millones 427 mil 951 ciudadanos y ciudadanas de los cuales sólo acudieron a votar 1 millón 858 mil 010 personas, lo que significa que más del 43% de los electores no participó de dicha elección. Fausto Vallejo obtuvo la victoria con apenas 658, 589 votos, es decir apenas el 19% de los electores registrados. Un dato más que me interesa resaltar es el número de votos anulados: 56, 815.
           
Las campañas electorales estuvieron llenas de descalificaciones y de información  no comprobada, pero que vale la pena considerar. El candidato del PRI-PVEM y gobernador electo de Michoacán acusó a Luisa María Calderón, Cocoa, de ser beneficiada con distintos programas sociales y con la maquinaria del gobierno federal. Por su parte, Cocoa y varios miembros del PAN culparon a Vallejo de tener alianzas con el crimen organizado y hasta calificaron su triunfo como resultado de una narcoelección. Sobre Silvano Aureoles no hubo mucho que decir: el descrédito de su partido como consecuencia de las pugnas entre las tribus que lo (des)componen y la incapacidad de los gobiernos perredistas en Michoacán para enfrentar al crimen organizado fueron suficiente elemento para ahuyentar a los electores. 

Para el grupo en el poder, y en particular para Felipe Calderón, la derrota de su hermana Cocoa es uno de los mayores golpes en su sexenio; sobre todo en el plano de lo simbólico. Recordemos que el 11 de diciembre de 2006, apenas 5 meses después del fraude electoral que lo llevó a la presidencia de México, Felipe Calderón inició lo que sería su intento por legitimar un triunfo cuestionado a todas luces: la “guerra contra el narcotráfico”; dicha guerra inició con el Operativo Conjunto Michoacán. Como parte de aquel espectacular operativo, la Policía Federa y el Ejército Mexicano detuvieron a 11 presidentes municipales, 16 altos funcionarios y un juez, todos acusados de vínculos con el crimen organizado. Hoy esos funcionarios se encuentran en libertad por falta de pruebas. De esta forma Calderón no sólo pierden en su tierra natal, sino que evidencian que sus únicas estrategias para ganar es el fraude y para gobernar la fuerza bruta.

Para el PRD y la “izquierda” electoral la derrota es más que simbólica, pues Michoacán fue uno de sus bastiones más importantes. La tierra dónde el general Lázaro Cárdenas inició la gran reforma agraria en la primera mitad del siglo pasado, también fue gobernada por su hijo Cuauhtémoc (1980-1986) y su nieto Lázaro (2002-2008) –PRI y PRD, respectivamente-. En 2008 otro perredista, Leonel Godoy, ganó las elecciones que lo tienen cómo gobernador hasta 2012. De esta manera, el PRD evidencia que su base social ha dejado de verlo como una alternativa.

La paz

En ese mismo estado donde Felipe Calderón inauguró una de las eras más sangrientas de México –que hoy ha costado más de 50 mil muertos, cerca de 10 mil desaparecidos y miles desplazados-; ahí donde los partidos y la clase política recientemente mostraron lo que son capaces de hacer por llegar al poder por el simple hecho de tener poder, es el mismo lugar donde  se construyen desde abajo y con la dignidad bien en alto dos de las principales alternativas para frenar tanta violencia: Cherán y Sta. María Ostula.

En plena tierra caliente –una de las regiones más violentas del país-, en el municipio de Aquila para ser exactos, se encuentra la comunidad nahua de Santa María Ostula; comunidad en la que en junio 2009 fue lanzado el Manifiesto de Ostula como producto de la XXV Reunión Plenaria del Congreso Nacional Indígena, Región Centro Pacífico. Dicho manifiesto es una reivindicación del derecho a la autodefensa indígena. Apenas unas semanas después de la firma y difusión de dicho manifiesto, decenas de comuneros recuperaron más de 700 hectáreas que eran ocupadas ilegalmente por caciques de la región.

También en el estado de Michoacán se encuentra el municipio de Cherán, lugar en el que los comuneros purépechas decidieron enfrentar a los talamonetes que estaban destruyendo sus bosques. Cansados de la corrupción y la ineficiencia del gobierno, los pobladores de Cherán se organizaron y en comunidad tomaron el poder para convertirse en un pueblo-gobierno para combatir la inseguridad y la injusticia. Desde el mes de abril del presente año, miles de hombres y mujeres se organizan para patrullar su territorio.

Tanto en Sta. María Ostula como en Cherán no se instalaron casillas el pasado 13 de noviembre. Los habitantes decidieron elegir a sus autoridades de la forma en que históricamente lo hacen. Los pueblos de Cheran y Ostula se ponen de esta forma en el camino de las autonomías en donde la sociedad es capaz de garantizarse a sí misma la seguridad y la justicia que los gobiernos nos niegan.

Así, Cherán y Ostula se suman a otras experiencias organizativas como las del Ejercito Zaptista de Liberación Nacional en Chiapas o la Policía Comunitaria en Guerrero, experiencias que ofrecen alternativas en materia de seguridad y que buscan frenar la guerra de exterminio neoliberal. Estos pueblos que alzan su voz en defensa de la vida humana y de la madre tierra nos enseñan el camino hacia una paz con justicia y dignidad; y materializan la idea de que otro mundo es posible.


miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los jóvenes y la crisis mundial hoy


Los jóvenes y la crisis mundial hoy
Raúl Romero

Por todo el mundo las juventudes comienzan a gritar basta. Cansados de 30 años de neoliberalismo, los “sin futuro” empiezan a convertir en resistencia global aquellas luchas que hace unos meses parecían problemas locales. En el mundo árabe, en el “tercer mundo” y también en algunos países que antes fueron potencias –España, por ejemplo-; miles de jóvenes salen a las calles y se apropian de ellas. Haciendo uso de las redes sociales y de la imaginación, los jóvenes vuelven hoy a la escena global para reclamar un mundo que les ha sido arrebatado por los señores del dinero.

“Si los de abajo se mueven, los de arriba se caen”, “Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir” y “No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros” son algunas de las consignas que denuncian dos de los principales problemas globales: falta de democracia y la necesidad de un sistema económico diferente al capitalismo. Vista no como una etapa de vida sino como categoría revolucionaria, la juventud es una idea que hoy está más viva que nunca y que tiene antecedentes.

En 1968, una generación cansada de la dictadura del capital y del autoritarismo estalinista se apropio del planeta tierra y lo transformó súbitamente. Es verdad que aquella revolución global no logró acabar con el sistema capitalista, sin embargo el mundo no volvió a ser el mismo después de esa era de transformaciones.

Apenas unos años antes, cientos de jóvenes se habían alistado en las guerrillas que buscaban liberar sus naciones o contener el avance del imperialismo yanqui. Impulsados por la Revolución cubana y por el espíritu libertario latinoamericano, varios de esos jóvenes combatientes siguieron a Fidel Castro o a Ernesto el Che Guevara en las experiencias organizativas que intentaron llevar al Congo, Angola o Vietnam.  Quizá estas experiencias animaron a que en 1972 en una visita a la Universidad de Guadalajara el entonces presidente de Chile, Salvador Allende, señalara que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.

Otro ejemplo interesante sucedió en los días que siguieron al 1 de enero de 1994. Respondiendo al llamado de los pueblos mayas organizados en el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, miles de jóvenes y no tan jóvenes de todo el mundo salieron nuevamente a los espacios públicos para solidarizarse con la lucha de los zapatistas que acabó con el mito del fin de la historia. Las movilizaciones acaecidas en Seattle (1999), Génova (2001) y el 1er Foro Social Mundial (Porto Alegre, 2001) también tuvieron una gran participación de jóvenes que habían hecho sus banderas las consignas de En defensa de la humanidad y en contra del neoliberalismo y Por un mundo donde quepan muchos mundos. 

Hoy los jóvenes enfrentamos nuevos y viejos problemas, algunos han aparecido en el transcurso de los años; otros se han profundizado. Son varios los autores que se han atrevido a sugerir que lo que vivimos actualmente es una crisis civilizatoria, es decir, una crisis en la que se pone en riesgo todo; inclusive la existencia de la humanidad. Dicha hipótesis no nos resulta tan descabellada, sobre todo después de mirar los informes sobre cambio climático, la extinción de especies, los problemas de deforestación, desertificación, el agotamiento del agua, etc.

La necesidad de construir una sociedad alternativa a la capitalista hoy es más urgente que nunca y las nuevas generaciones no tenemos muchas oportunidades para equivocarnos: en ello nos jugamos nuestro futuro. Hoy los jóvenes estamos obligados a vivir y transformar el presente para poder garantizar un futuro mejor. Hoy nos queda –cómo diría Benedetti- recuperar el habla y la utopía.