OTRO MUNDO ES POSIBLE (Y URGENTE)

miércoles, 16 de julio de 2014

Ken Loach: agitar desde el cine

Publicado el 5 de julio de 2014 en Revista Hashtag

Ken Loach: agitar desde el cine

Kenneth Loach es uno de los cineastas vivos más prolíficos. Ha escrito, dirigido y producido decenas de películas, documentales y series. Sin embargo, sus filmes nunca han sido nominadas al Oscar y su nombre no figura en los paseos de la fama o en las revistas de la élite de Hollywood.  Lo anterior se debe a que a diferencia de las miles de películas que podemos encontrar en el mercado, las obras de Ken Loach –como mejor se le conoce- no son una mercancía; son, en palabras del propio cineasta, instrumentos de “agitación”.
Loach nació en la Inglaterra de 1936. Creció con los horrores de la Segunda Guerra Mundial y vio como los Estados Unidos de Norteamérica y Unión de Republicas Socialistas Soviéticas se repartieron lo que quedó del mundo luego de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
Durante su juventud, Loach estudió Derecho, al mismo tiempo que comenzó a participar en obras teatrales de su colegio. Más tarde, se aventuró a hacer teatro comunitario, hasta que el camino andado lo llevó a la BBC de Londres. Ahí conoció a Tony Garnett y a Roger Smith, con quienes realizó The Wednesday Play (1964-1970), serie televisiva en la que ya se alcanzan a percibir algunas ideas políticas que más tarde estarían presentes en sus películas.
En una entrevista realizada por Will Atkinson, Ken revela que en la década de los 70´s comenzaron a crecer en Inglaterra las organizaciones de izquierda no estalinistas, grupos que se volvieron sumamente atractivos para personas criticas vinculadas a las letras y las artes. Fue en ese tiempo cuando Loach comenzó a acercarse a las organizaciones sindicales y encontró en los planteamientos de León Trostky los fundamentos teóricos de su militancia.
En la década de los 80´s la clase obrera de la Gran Bretaña sufrió duros golpes. Recordemos que Margaret Thatcher se convirtió en la Primera Ministra en mayo de 1979 y apenas llegó al poder, puso en marcha una serie de medidas para imponer el neoliberalismo en el Reino Unido. Entre dichas disposiciones se destacaron: reducción de los gastos en materia de política social y privatización de una gran cantidad de empresas. Estas medidas provocaron altos niveles de desempleo y el consecuente resurgimiento del movimiento obrero.
Ya como militante, Loach comenzó a dirigir documentales sobre la situación de la clase obrera bajo la administración de Thatcher; sin embargo, los documentales que abordaban esta problemática fueron prohibidos o sacados de la programación.
Desde entonces y hasta la fecha, Ken Loach ha manifestado abiertamente que sus películas son instrumentos de agitación. Retomando de los sindicatos norteamericanos la vieja fórmula de agitar, educar, organizar; Ken hace películas para generar reflexión. Desde su trinchera busca agitar, hacer que el público se indigne. En mi opinión lo logra.
Loach no necesita de historias complejas o lenguajes rebuscados para agitar, todo lo contrario. Muestra la explotación y la dominación desde la “historia común”, desde las vidas cotidianas, motivo por el que es considerado el heredero del british social realism. En 1991, por ejemplo, Loach llevó al cine Riff-Raff (en español puede traducirse como chusma), una película en la que el protagonista, Stevie, un joven escoses, llega a Londres a buscar trabajo. La película logra retratar a fondo la vida de los trabajadores de la construcción –casi todos inmigrantes-  con los que se vincula Stevie. Narra la solidaridad y los vínculos de clase, la identidad obrera que sólo pueden forjarse en el día a día. Con un lenguaje coloquial y situaciones comunes, en la película también se narran los abusos de los contratistas sobre los trabajadores y algunos chispazos de rebeldía ante los abusos de poder.
Quizá una de las películas más conocidas de Loach es Tierra y Libertad (1995). En ella se cuenta la historia de David Carr, un militante del Partido Comunista de Gran Bretaña que decide apuntarse como voluntario en las Brigadas Internacionales para defender la República durante la Guerra Civil Española. Mientras la película avanza, se alcanza a percibir un proceso de conversión de David. Observamos como un militante a ultranza del Partido Comunista y defensor de Stalin, se va convirtiendo en un guerrillero crítico, que en consecuencia con sus principios, decide renunciar a su partido y seguir combatiendo.
El carácter multicultural de Gran Bretaña marcó fuertemente a Ken Loach y el tema siempre está presente en sus filmes: casi todos sus personajes principales son inmigrantes que han tenido que salir de su país para buscar mejores condiciones de vida. Pero Ken lo lleva más allá, pues engarza perfectamente este multiculturalismo con el carácter internacionalista de la ideología que reivindica. De cierta forma, el cineasta nos hace ver que la clase obrera trasciende fronteras y que el capitalismo utiliza las mismas estrategias de explotación en todo el mundo.
Así por ejemplo, en Pan y Rosas (2000) Loach relata la historia de Maya, una mujer mexicana que cruza ilegalmente la frontera con EUA en busca del sueño americano. Rosa, hermana de Maya, se encarga de conseguirle trabajo en una empresa de limpieza. Allí Maya descubre la explotación laboral de la que son objeto sus compañeros y compañeras, casi todos inmigrantes. Por medio de Sam, un joven activista norteamericano, Maya y sus compañeros de trabajo, comienzan a exigir derechos laborales y a vincularse con algunos sindicatos.
Loach también es incisivo con las contradicciones que caracterizan al mundo de “lo revolucionario”. En El viento que agita la cebada (2006), se narra la historia de Damien, un joven irlandés que al darse cuenta de las injusticias de la que es objeto su pueblo, decide abandonar sus estudios para incorporarse a una célula del Ejercito Republicano Irlandés. En ese contexto, Damien tiene que enfrentar la situación de “ajusticiar” a un miembro de su grupo que reveló –bajo presión- al ejército enemigo información sobre la ubicación de la célula que él comanda. Luego del ajusticiamiento, Damien se pregunta constantemente si son correctas las causas y los métodos con que se lucha; situación que también está presente en Tierra y Libertad.
El pasado 16 de junio Ken Loach cumplió 78 años. En los cines de Europa ya circula su nueva película estrenada en mayo de 2014, Jimmy's Hall. Loach nos recuerda con su vida y con la forma en cómo realiza su oficio que la batalla por un mundo mejor puede y debe darse desde todas las trincheras. 
Ken Loach sabe perfectamente que el cine es un espacio de disputa ideológica, que no sólo es un medio de comunicación, sino también y sobre todo, un medio de producción de discursos, de símbolos, de ideología... Y como todo medio de producción, también hay que tomarlo con vías a la construcción de una sociedad más justa. 

EZLN: raíces del mundo nuevo

Publicado el 10 de junio en Subversiones 
EZLN: raíces del mundo nuevo
A la memoria de David Ruiz García
Eric Hobsbawm, uno de los historiadores marxistas más destacados, escribió que el siglo XIX comenzó en 1789 con la Revolución Francesa y concluyó en 1914 con el inicio de Primera Guerra Mundial. Nombró a este periodo el Largo siglo XIX. El mismo Hobsbawm apuntó que el siglo XX había iniciado en 1914 y concluido en 1991 con la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). A este periodo lo llamó el Corto siglo XX. Recordemos, de manera exageradamente resumida, que para los teóricos marxistas la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases. En este sentido, el largo siglo XIX se caracterizó por la imposición del liberalismo como ideología hegemónica, mientras que el corto siglo XX estuvo marcado por la disputa entre el liberalismo y el socialismo.
Siguiendo esta línea, el siglo XXI que inició en 1991, se ha caracterizado –al menos en estas primeras dos décadas– por las resistencias de los pueblos de América Latina. Lo anterior lo han recalcado otros pensadores, como Noam Chomsky, Immanuel Wallerstein, Pablo González Casanova y Boaventura de Souza. En este «cambio histórico», las luchas de los pueblos indios contra la explotación y la dominación, contra el imperialismo, pero también contra el colonialismo internacional e intranacional, son un rasgo distintivo. Al respecto, vale destacar dos sucesos en particular.
El primero de ellos ocurrió en octubre del año 1992. Con motivo de los «500 años de resistencia indígena», los pueblos originarios de diferentes países del continente se movilizaron recordando el comienzo del genocidio, también conocido como «Conquista». En Bolivia, Ecuador, Guatemala y México acontecieron grandes manifestaciones. Los nombres de Evo Morales y Rigoberta Menchú empezaron a cobrar gran relevancia. En México, aproximadamente 10 mil indígenas marcharon en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, derribando a su paso la estatua del conquistador Diego de Mazariegos.
El segundo suceso es más conocido: la aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 1 de enero de 1994.
Así, el siglo XXI no vino solo, a su lado venía el mundo nuevo. Se gestaba desde antes. Dio sus primeros asomos en Cuba, donde El Che alcanzó a ver al hombre nuevo. Fue tomando forma con el paso de la historia hasta que llegó el tiempo, su tiempo.
Como relámpago que ilumina la obscuridad –la obscuridad de un «mundo que se derrumba»–, elmundo nuevo comenzó a revelarse. Cuando se suponía que no había posibilidades de un mundo anticapitalista, los pueblos zapatistas de Chiapas irrumpieron en el «teatro del opresor» para demostrar lo contrario: que otro mundo era posible.
El mundo nuevo tiene como principal característica el ser anticapitalista. En él, los pueblos son el sujeto protagónico de la construcción de un modelo social y económico que no se basa ni en la explotación ni en la acumulación. Oponen la vida y la comunidad a la mercancía y al individuo, paradigmas supremos del capitalismo. Al mismo tiempo, ejercen su derecho a autogobernarse, creando una forma de pueblo-gobierno en donde el pueblo manda y el gobierno obedece.
En el mundo nuevo los pueblos son conscientes de que no hay «contradicción principal», sino contradicciones económicas y culturales que se enlazan y se manifiestan en múltiples relaciones de opresión. De esta manera, los pueblos crean relaciones sociales horizontales en las que se subvierten viejos esquemas de dominación inclusive previos al capitalismo. Las relaciones de opresión de clase, raza, género, edad, naturaleza, entre otras, son eliminadas o están en proceso de serlo.
El mundo nuevo también viene con una nueva cultura política que es profundamente democrática y plural. Está compuesto por muchos mundos, no hay modelo a imitar ni vanguardia que seguir. No hay una ideología dominante, por el contrario, la diferencia es uno de sus motores principales. Contrario al mundo que se derrumba, la ética y la dignidad son cimientos del mundo que nace con el siglo XXI.
Cual sistema inteligente y dinámico, el mundo nuevo está en constante transformación, aprendiendo siempre de sus propios errores.
Los Caracoles Zapatistas son la versión más acabada del mundo nuevo. Pero, como un archipiélago que emerge desde abajo –y a la izquierda–, este mundo nuevo asoma también en Cherán, en Santa María Ostula, en Wirikuta, en Bolivia, en Ecuador, en Brasil, en Colombia, en Argentina…
Los señores del dinero y de la muerte que dominan los resquicios del viejo mundo tienen miedo. Como en el pasado, tienen miedo a lo nuevo, a lo diferente. Sus privilegios, construidos con la sangre y el dolor de los «condenados de la tierra», están en juego. Por eso se resisten y fabrican guerras de exterminio. Por eso asesinaron al profe Galeano y destruyeron la escuela y el hospital del Caracol de La Realidad.
Las raíces del mundo nuevo son fuertes, han ido creciendo desde abajo, ¡siempre desde abajo! Su retoño más visible, el zapatismo, nos cobija a muchos otros y otras. Ellos y ellas nos enseñan que la lucha no es contra los «hermanos paramilitares», sino contra el sistema. Que lo que importa es la justicia, no la venganza. Hay que aprender con ell@s y de ell@s. Seamos pues mujeres y hombres nuev@s, hagamos que el nuevo mundo sea la característica del siglo XXI