OTRO MUNDO ES POSIBLE (Y URGENTE)

viernes, 8 de junio de 2012

Los seguimos extrañando


Texto publicado el 8 de junio de 2012 en la revista Brújula Ciudadana en su número dedicado al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.
http://www.iniciativaciudadana.org.mx/brujula-ciudadana/856-brujula-ciudadana-34.html


Si algún día –sigue hablando Mairena- la tontería humana, en su perfecta madurez, llega a proclamar la necesidad de la guerra, la dignidad de la guerra, y hasta la alegría de guerrear, puede asegurarse que el Homo sapiens, de Linneo, engendró un Homo stupidus, que va a adueñarse de los destinos del hombre. Y que no sabemos lo que puede pasar.[2]

Antonio Machado.


El 22 de noviembre de 2011 Nepomuceno Moreno y yo salimos juntos de la asamblea del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) para seguir charlando en la calle. Nepo –cómo le decíamos de cariño en el movimiento– me pregunto:

–¿Cómo llego a Coyoacán?

Yo iba para el mismo rumbo y me limité a contestarle:

–Voy para allá, te acompaño.

Abordamos el metrobus y Nepo comenzó a platicarme –por enésima vez– sobre el caso de su hijo Jorge Mario Moreno, el cual –según el testimonio del propio Nepo– fue detenido el primero de julio de 2010 por policías del estado de Sonora cerca de Ciudad Obregón y nunca lo volvieron a ver. Nepo me contó que tenía información que le hacía pensar que su hijo había sido asesinado y que habían disuelto el cuerpo en ácido, pero que él no descansaría hasta ver a los culpables en la cárcel. No era la venganza lo que lo movía, quería evitar que esas personas le hicieran daño a alguien más. Así me lo dijo con la voz entrecortada.

–Yo creo que mi hijo ya está muerto, pero no quiero que nadie sufra lo que yo estoy viviendo.

No supe qué decir, sólo pude tomarlo del hombro y mirarlo a los ojos. Ambos guardamos silencio y yo me quedé pensando sobre la bondad de Nepo.

Minutos después llegamos a la plaza del centro de Coyoacán, por esas fechas aún estaba el campamento de Ocupa Coyoacán. Nepo me pregunto quiénes eran y qué pedían. Yo le expliqué brevemente sobre el movimiento de los indignados a nivel mundial. Pasamos a saludar a varios de los compañeros y compañeras que estaban en el campamento, viejos amigos míos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM. Me alegró ver cómo Nepo examinaba con su mirada pícara todo el campamento. Cuando nos retirábamos, me dijo riendo:

–Viven como nosotros cuando andamos de caravana, ¿verdad?

Sonreímos.

Nos despedimos con un abrazo y un apretón de manos. Me dijo que volvería pronto y yo le prometí un café y unos churros de El Jarocho. Nunca pude cumplir mi promesa, Nepo fue asesinado 6 días después.

Nepomuceno no fue el primer asesinado del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Más de un mes antes, el 6 de octubre de 2011, Pedro Leyva Domínguez, delegado de la comunidad de Sta. María Ostula ante el MPJD, también fue asesinado. La energía de Pedro se percibía fácilmente en las reuniones: unas semanas antes de que lo mataran había venido a la Ciudad de México a una reunión. Cuándo finalizó su primer intervención, el resto de los asistentes aplaudimos con fervor el breve discurso que pronunció. Por ese y otros motivos, Pedro estaba programado como uno de los oradores para la reunión que sostuvimos con Felipe Calderón un par de semanas después de su muerte.

Tampoco fue Nepo el último asesinado del movimiento. El 6 de diciembre, una comisión del MPJD que se dirigía a una reunión con los comuneros de Sta. María Ostula fue interceptada por cuatro hombres armados. Ahí fue secuestrado nuestro compañero Trinidad de la Cruz Cristóforo. Su cuerpo apareció un día después con señales de tortura. Don Trino –como lo llamábamos cariñosamente- era un hombre de más de 70 años, campesino dedicado al cultivo de flor de jamaica. Don Trino había liderado a su comunidad cuando decidieron recuperar las tierras de Ostula y comenzar a construir una comunidad autónoma.

El mismo día que nos avisaron del hallazgo del cuerpo de Don Trino, 7 de diciembre, otros dos compañeros fueron desaparecidos: Eva Alarcón y Marcial Bautista, integrantes de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, en Guerrero. Eva y Marcial habían abordado un camión que los llevaría a Chilpancingo, donde luego tomarían otro autobús que los llevaría a la ciudad de México. Nunca llegaron. En el camino de Petatlán a Chilpancingo el autobús fue abordado por sujetos armados que hicieron descender a Eva y Marcial. Hasta el momento no sabemos nada de su paradero.

Nepomuceno Moreno, Pedro Leyva y Trinidad de la Cruz eran hombres valientes que decidieron protestar frente a la injusticia y la impunidad. A Nepomuceno lo movía el amor por su hijo y el deseo de que nadie sufriera lo que él. A Pedro y a don Trino los movía el amor a la tierra y a su comunidad: no querían que su territorio se convirtiera en un complejo turístico más. Los tres alzaron la voz para exigir paz, justicia y dignidad. En el camino sus voces fueron silenciadas, pero no sus anhelos; esos siguen siendo exaltados por nuestro movimiento. Eva Alarcón y Marcial Bautista también luchan por un mundo mejor, los esperamos pronto de vuelta para seguir construyendo juntos.

Marcial, Eva, Nepo, Pedro y don Trino no callaron ante ese Homo stupidus que en nuestro país ha querido dignificar y presentar como necesaria la guerra. En el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad los seguimos extrañando.


[2] Alonso, Monique. Antonio Machado. Poeta en el exilio. Barcelona: Anthropos, 1985, pp. 192.