OTRO MUNDO ES POSIBLE (Y URGENTE)

domingo, 20 de marzo de 2011

¿Quién gana con esta guerra? Segunda parte


¿Quién gana con esta guerra?


Parte II

Raúl Romero*

      La guerra que desató el gobierno de Calderón desde 2006 produce incalculables ganancias  para la industria armamentista norteamericana, la misma que viene de ganar millones de dólares en Irak, Afganistán y que ahora encuentra un importante mercado en México y Libia. Para no caer en simples especulaciones, vale la pena compartir algunos datos importantes.

      El 80% de las armas que han sido incautadas al crimen organizado en México provienen de EUA[1]. Según datos de la Procuraduría General de la República a cada minuto ingresa un arma de manera ilegal a nuestro país, de las cuales entre el 40 y 60% provienen de EUA. En EUA existen 40 grandes empresas armamentistas, fabricantes o exportadoras. Al año comercializan más de 3 millones de armas que generan 30 mil millones de dólares, aproximadamente. El costo de las armas en el mercado negro va de los 800 a los 2 mil dólares por arma[2].

       Fomentar la guerra es la verdadera intención de ambos gobiernos: ello les asegura ganancias económicas y políticas. Además de acumular riqueza económica, utilizan los medios de comunicación masiva para difundir un discurso auto-legitimador e imponer en el ideario colectivo la noción de que la “guerra contra el narcotráfico” –o “lucha”, como han decidido renombrarla- es por seguridad. Al mismo tiempo, los impulsores de la guerra reforman el marco jurídico-legal de la nación para eliminar derechos y libertades en nombre del “bienestar”. Nos arrastran de esta forma a un Estado de excepción donde los derechos humanos más básicos pueden ser violados en nombre de la seguridad.

     La guerra resulta un negocio redituable para políticos y empresarios; genera riquezas y miedo; por ello la impulsan. Así lo demuestra la operación Rápido y furioso, acción implementada por la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos en la que se permitió la entrada de armas a México con el pretexto de que luego las rastrearían y capturarían a grandes traficantes. Duró 15 meses y entraron ilegalmente al país cerca de 1,765 armas.

        En el múltiple negocio de la guerra –el de la vida y la muerte, el de la destrucción y la reconstrucción- políticos y empresarios mexicanos y estadounidenses salen ganando: ellos son los verdaderos triunfadores. Por ello, si la guerra es capitalista, la paz es anticapitalista… y esa será nuestra bandera.



[2] Proceso 1793.

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