El
12 de junio del 2000, el profesor tzotzil Alberto Patishtan se encontraba en
una reunión de trabajo. Así lo constatan la lista de asistencia a la reunión y
los testimonios de sus compañeros. Al terminar la junta, Patishtan se dirigió
al municipio de Simojovel, Chiapas, donde amigos y conocidos le informaron que
horas antes había ocurrido un enfrentamiento en la zona.
Efectivamente,
unas horas antes, cuando el profesor Patishtan se encontraba en la reunión, fue
emboscada una patrulla en la carretera Las Limas. El saldo: siete personas
asesinadas y dos lesionadas; entre estas últimas, el hijo del presidente
municipal de El Bosque.
Patishtan
se enteró por un conocido, que en aquel entonces era regidor del municipio, que
buscaban culparle a él de la emboscada. Los rumores sobre la posible acusación
fueron creciendo; pero Patishtan, consciente de su inocencia, decidió seguir
con su vida de forma normal.
Siete
días después de los sucesos, el 19 de junio del 2000, cuatro hombres vestidos
de civil abordaron a Alberto Patishtan. Sin mostrarle orden de aprehensión ni
decirle nada, lo subieron a una camioneta y lo trasladaron a las oficinas de la
procuraduría del estado en Tuxtla Gutiérrez, Chis. Ahí comenzó el largo
martirio.
Patishtan
fue obligado a declarar sin la presencia de un abogado, fue arraigado por 30
días en un hotel y luego fue trasladado al Centro de Readaptación Social
(CERESO) No. 1 en Cerro Hueco, Tuxtla Gutiérrez.
Aunque
la imputación del delito a Patishtan es completamente falsa, el profesor supuso
que todo se trataba de una venganza política por las críticas que había hecho
al presidente municipal. Entendió
entonces que la verdadera causa de su encarcelamiento era no haber guardo silencio
ante la injusticia.
Al
llegar a la cárcel de Cerro Hueco, Patishtan conoció a otros presos políticos,
entre ellos muchos zapatistas, que se habían organizado para denunciar las
pésimas condiciones carcelarias y también para evidenciar su injusta reclusión.
Conoció así el colectivo La Voz de Cerro
Hueco, conformado en la segunda mitad de la década de los 90’s y el cual
agrupaba principalmente a indígenas Bases de Apoyo del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN).
En
el año 2000 se conformó otro colectivo de presos en la misma prisión: La Voz de la Dignidad Rebelde, los
cuales realizaron una huelga de hambre y cocieron sus labios. Para ese
entonces, Patishtan –quien apenas llevaba unos meses preso- ya era parte activa
del colectivo.
Casi
dos años después de su detención, el 18 de marzo de 2002, Patishtan fue
sentenciado a 60 años de prisión. Pero con la fortaleza moral y espiritual que
lo caracterizan, el profesor tzotzil continuó con su lucha.
En
julio de 2004 los presos de Cerro Hueco fueron trasladados a una nueva prisión:
el CERESO no. 14, conocido como El Amate
–por el tipo de árbol que crece en la región-. Los presos fueron trasladados en
condiciones inhumanas: atados y amontonados en tráileres para ganado. Las
condiciones de vida en El Amate
fueron aún peores: la prisión ni siquiera estaba terminada, los alimentos
básicos no les eran garantizados a los presos y en más de una ocasión se les
negó el derecho a ser visitados. Estos hechos desembocaron en protestas por
parte de los reclusos, los cuales terminaron por amotinarse unas semanas
después.
Un
año más tarde, en junio de 2005, el Comité Clandestino Revolucionario
Indígena-Comandancia General del EZLN dio a conocer la Sexta Declaración de la
Selva Lacandona, documento con el que iniciaron un nuevo proceso organizativo y
de articulación a nivel nacional. Los antiguos integrantes de La Voz de la Dignidad Rebelde –entre
ellos Alberto Patishtan- conocieron el documento y dado que se encontraban en
una nueva cárcel y había nuevos integrantes, decidieron formar un nuevo
colectivo. El 5 de enero del 2006 nació La
Voz del Amate, colectivo que inmediatamente se declaró Adherente a la Sexta
Declaración de la Selva Lacandona. Ese mismo día, el Subcomandante Insurgente
Marcos, quien viajaba rumbo a Tuxtla como parte de las actividades de la Otra Campaña, decidió parar el convoy en
el que viajaba y hacer un breve mitin a las afueras del penal. En el acto,
Marcos hizo saber a los guardias de la entrada y a quienes lo acompañaban que
dentro de esa prisión estaban compañeros suyos y que estarían al pendiente de los
procesos. Desde entonces, La Voz del
Amate ha mantenido una relación cercana con el zapatismo, la cual se ha
reforzado con la inclusión de personas Bases de Apoyo Zapatistas al colectivo.
Pronto
comenzó a ubicarse al profesor Patishtan como una figura clave en La Voz del Amate: su experiencia, sus
conocimientos y su carisma lo hacían destacar entre el resto de sus compañeros.
En
2008, Zacario Hernández Hernández, indígena tzotzil también apresado
injustamente, inicio una huelga de hambre exigiendo su libertad. Zacario señaló
en aquel entonces que prefería morirse a pagar una condena por un delito que no
cometió. Unos días después de la huelga iniciada por Zacario, los integrantes
de La Voz del Amate decidieron
sumarse a la exigencia de su compañero de prisión. Hicieron lo mismo otros reos
de las cárceles de San Cristóbal de las Casas y Playas de Catazajá también en
Chiapas y de Tacotalpa en Tabasco.
Luego
de 36 días en huelga de hambre, Zacario obtuvo su boleta de libertad. Animados por
este triunfo, otros presos en El Amate
decidieron continuar con la huelga para exigir que se revisaran sus casos. Duraron
41 días sin comer y sólo levantaron su protesta cuando el gobierno del estado
instaló una mesa de revisión de expedientes. Dicho proceso desemboco en la
liberación de casi 50 personas presas injustamente. Sin embargo, a pesar de que en las mesas se detectaron
violaciones al proceso penal de Alberto Patishtan, las instancias
correspondientes decidieron mantenerlo preso.
Patishtan
no se rindió y su lucha pronto encontró eco en distintos rincones del mundo. En
2010 fue reconocido con el premio “Jcanan lum jtatik Samuel Ruíz” por “su
servicio, cuidado y amor a su pueblo”. En el mismo año el caso fue presentado
ante Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Personalidades, artistas e
intelectuales como Pablo González Casanova, Manu Chao, Julieta Egurrola, Raúl
Vera y Miguel Concha se han sumado a la exigencia de libertad.
En
trece años preso injustamente, Patishtan no ha cesado de exigir su libertad, de
denunciar las condiciones carcelarias, de animar a otros presos a organizarse e
inclusive, de alentarlos a estudiar. Por estos motivos, los diferentes niveles
de gobierno han trasladado constantemente al profesor a otras prisiones en un
intento por aislarlo y desmoralizarlo. Sin embargo, en cada cárcel a la que lo
trasladan, Patishtan vuelve a organizarse y reinicia la resistencia.
Hoy
Patishtan se encuentra recluido en el CERESO no. 5 en San Cristóbal de las Casas.
En próximos días el Primer Tribunal Colegiado del Vigésimo Circuito,
con sede en Tuxtla Gutiérrez, emitirá el fallo final sobre su caso. No hay
motivo jurídico para que Patishtan siga preso. No sólo se ha demostrado su
inocencia, además se han evidenciado irregularidades en el proceso.
El
caso de Patishtan es uno más de los miles que hay en el país. Pero Patishtan es
uno entre miles: su solidaridad y compromiso con los pobres de la tierra no encuentran
límites. Quizá por eso lo mantengan en la cárcel. Y también por eso debemos
seguir luchando para tenerlo en libertad construyendo un mundo mejor[1].
[1] Para más información consúltese
el blog de Alberto Patishtan y la página del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas