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miércoles, 7 de mayo de 2014

¿El fin de las ideologías?

Publicado el 2 de febrero de 2014 en Revista Hashtag
http://www.revistahashtag.net/opinion/item/487-%C2%BFel-fin-de-las-ideolog%C3%ADas

¿El fin de las ideologías?

El concepto de ideología es polisémico. El historiador inglés Terry Eagleton identificó en su libro Ideología. Una introducción al menos 21 significados para dicho concepto, algunos de ellos complementarios o coexistentes; otros totalmente opuestos y algunos más hasta peyorativos.
El significado que utilizamos en este texto es el que Karl Marx aportó en el prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859). Ahí Marx escribió que los seres humanos establecen determinadas relaciones de producción “necesarias e independientes a su voluntad” que van de acuerdo a la “fase de desarrollo” en la que se encuentran. Dichas relaciones conforman la “estructura económica de la sociedad”, estructura sobre la cual se levanta una “superestructura jurídica y política”. Marx concluyó dicha reflexión señalando que “no es la conciencia del hombre lo que determina su ser, por el contrario, es el ser social lo que determina su conciencia”. Esa superestructura a la que Marx se refirió es el conjunto de ideas políticas, religiosas, jurídicas, filosóficas, artísticas, etc., que se construyen sobre la base de las relaciones económicas. A esto es a lo que llamamos ideología.
En nuestros días, los intelectuales afines al capitalismo neoliberal reproducen una ideología en la que Milton Friedman y Friedrich August von Hayek son considerados precursores. Con ella buscan legitimar y reproducir un orden social basado en la explotación, la dominación, el despojo y la deshumanización, con un papel predominante del mercado y la reducción del Estado bajo el argumento de la competencia y la eficiencia económica.
Esta ideología neoliberal ha tenido importantes repercusiones en la sociedad mexicana, al grado que sectores progresistas o de izquierda llegan a reproducir este discurso sin estar conscientes de ello, en algunos casos incluso negando que exista una ideología detrás de sus argumentos. Analicemos a continuación algunos ejemplos que evidencian esta  penetración de la ideología neoliberal.
Es común que en debates y diálogos políticos, sobre todo en los que participan generaciones que nacieron después de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, las personas y grupos que muestran abiertamente una ideología marxista son tachados de “anacrónicos”. Conceptos como lucha de clases, proletariado y hasta revolución son considerados exagerados e insostenibles en el contexto actual. Este fenómeno se debe al éxito del discurso dominante, el cual busca eliminar de la faz de la tierra toda huella del socialismo.
Otro fenómeno recurrente que evidencia el éxito del discurso neoliberal es el uso constante del concepto ideología en su forma negativa y peyorativa, de forma tal que algunas personas deciden definirse como “sin ideología”, lo anterior sin saber que así reproducen el discurso del “fin de las ideologías” que Francis Fukuyama uso para legitimar el triunfo del capitalismo neoliberal en la “guerra fría” y la consecuente expansión de la tecnocracia. En realidad, el discurso de la “no-ideología” reproduce la ideología dominante, la de la eficiencia económica, la de la sociedad de consumo, la de la maximización de utilidad a costa de la vida misma, la del individualismo hedonista…   
En mi opinión, el avance más significativo de la ideología neoliberal es el que se relaciona con los temas del poder y la política. Frases como “el poder corrompe” y “la política no sirve” han sido ampliamente difundidas, lo que ha generado que algunos sectores sociales se mantengan alejados de la arena política y de la construcción y disputa por el poder. Desde luego no incluimos en este apartado el ideario anarquista, que tiene interesantes y debatibles posiciones respecto a estos temas, incluyendo el del Estado. Nos enfocamos sobre todo a ese discurso difundido por los aparatos de reproducción ideológica del capitalismo con los que buscan desactivar la participación política de la sociedad, impedir la construcción de poder popular y minimizar el papel del Estado, pues se considera que la autorregulación del mercado supera el principio de equidad que debiera garantizar el primero.
Vale una observación: para que una mentira sea creíble, debe contener o partir de una verdad. De esta forma, nadie puede negar que la crisis de legitimidad y corrupción de la mayor parte de clase política sean insumos para fomentar estos discursos. Sin embargo, a menudo los ideólogos del poder cuentan “historias incompletas” o hacen “interpretaciones tendenciosas” para alcanzar sus objetivos. Así sucedió con el fracaso del “socialismo realmente existente”, con el que quisieron desprestigiar al socialismo en general, limitando la teoría y práctica marxista a ese suceso en particular.
Ejemplos sobran para abundar sobre el éxito de la ideología neoliberal: el auge y expansión de las asociaciones civiles y las organizaciones no gubernamentales con financiamientos del sector privado, la creencia en un capitalismo verde, filantrocapitalismo o capitalismo humano; el hecho que muchos de los problemas cruciales se conciban como individuales o culturales y no en su forma estructural, así como la nueva tendencia académica de acercarse a los problemas y movimientos sociales desde perspectivas tecnócratas y positivistas, la sustitución –en el discurso- de “derechos sociales” por “oportunidades”, la idea de empoderar a los sujetos en lugar de construir poder popular, o creer que porque un servicio es privado será más eficiente.
Afortunadamente, en distintos rincones del mundo aún existen grupos que se proponen dar la batalla ideológica. Estos grupos han sido renovados en los últimos años con los vientos que desde el sur-sur alimentan las alternativas. Poco a poco volvemos a llamar a las cosas por su nombre y vamos dejando de lado el culturalismo y posmodernismo. Al vigente ideario socialista se agregan nuevas interpretaciones locales. La pluralidad de los procesos encaminados a la construcción de un mundo mejor es un rasgo distintivo de esta etapa. No hay una idea única de cómo o hacía donde ir. Se habla de socialismo del siglo XXI, de socialismo desde abajo, del buen vivir, de comunalidad, de autonomías, pero en todos los casos también se habla de explotación, de despojo, de capitalismo y de ideologías.     
En adelante no olvidemos que también existe la batalla de las ideas, y que será ahí –como alertó Fidel Castro tiempo atrás- donde se librará la gran batalla.

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