Hace unos días comencé un intercambio de ideas con mi amiga Lucia. El tema abordado fue el proyecto de AMLO, la izquierda en México y la contienda electoral de 2012. Al debate se han sumado otros compañeros que han aportado ideas muy interesantes. Por la riqueza del debate, he decidido compartir en este espacio la carta que yo envié. El resto del debate puede seguirse en Facebook.
Carta 1
México, DF a 24 de noviembre de 2011
Querida Lucia,
Hace tiempo que llevamos intentando dar este debate, pero los tiempos, las distancias y las vidas complicadas de ambos lo han retrasado. Pero esto no puede seguir siendo un pretexto, sobre todo cuando en la era actual tenemos una infinidad de medios para comunicarnos; aunque por ahí sea imposible esa lectura de los gestos que a veces dicen más que muchas oraciones. Imagina que tan importante es eso que hasta muchas empresas dan cursos sobre el face to face. Aun así, y con el ánimo de generar preguntas y encontrar respuestas, es que van estás líneas.
Como te he comentado antes, estoy convencido de que la única alternativa real al capitalismo es el socialismo. Sé que es una fuerte declaración y que para la izquierda bien portada y acomodada esto ya sería suficiente para dejar de leer estas líneas. No los juzgo, la experiencia del “socialismo realmente existente” y la ofensiva de la derecha mundial para desprestigiar esa ideología que tantos problemas le dio en el siglo pasado, causo ese tipo de efectos. Pero, para evitar confusiones, vale la pena aclarar de qué tipo de socialismo estoy hablando.
En el imaginario colectivo, cuando se habla de socialismo, inmediatamente se asocia con el régimen autoritario y asesino que encabezó Stalin. Ese es el triunfo del pensamiento único impulsado desde las clases dominantes: lograr reducir a eso una de las corrientes de pensamiento más importantes en la historia de la humanidad. Desde mi perspectiva, el socialismo tiene que venir acompañado de liberación, emancipación y democracia. Sólo conjugando estas luchas es que el socialismo podrá ser una alternativa real, al menos en América Latina. Permíteme profundizar un poco más en este tema, pues me parece de suma importancia.
Las luchas por la liberación caracterizaron a todo nuestro continente en el siglo XX. El hecho de que la mayor parte de nuestros países hayan sido colonias y de que las independencias nunca terminaron de concretarse, es lo que impulsó a miles de personas a levantarse en armas reclamando la independencia real y no sólo formal de varios países. Ahí tienes los ejemplos del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, el Frente de Liberación Nacional en Colombia, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional en El Salvador o el propio Movimiento 26 de Julio en Cuba. En México tenemos muchas experiencias de organizaciones a las que sólo les quedó la vía armada cómo única opción. De todas ellas quiero recordar a dos, una heredera de la otra: las Fuerzas de Liberación Nacional y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.
Pero la lucha por la liberación nacional el día de hoy ya no es suficiente, hoy la lucha por un mundo y un país distinto tiene que incorporar en su ideario el ideal de la emancipación. Cuando hablo de emancipación me vienen a la cabeza un sin fin de formas de dominación con las que tenemos que acabar, de las cuales quiero resaltar cinco: 1) la dominación de género, 2) la dominación racial y de los pueblos originarios, 3) la dominación adultocéntrica, 4) la dominación sobre la tierra, el territorio y el medio ambiente y 5) la dominación capitalista; la cual ha provocado la profundización de todas las anteriores.
Sobre el tema de la democracia podemos decir mucho, inclusive podemos ponerle un sin fín de adjetivos para intentar describir lo existente. Sin embargo, me queda claro que la democracia real, entendida como el gobierno del pueblo, no es posible bajo el sistema capitalista y mucho menos con formas de dominación cómo las que antes he descrito. Por lo anterior creo que son pocos las sociedades que realmente conocen y ejercen la democracia; y casualmente encontramos varios ejemplos en las formas de organización que actualmente los pueblos indígenas nos ofrecen como alternativas: Cherán, Ostula, los Caracoles Zapatistas, etc. No es mi intención exaltar ciegamente a los pueblos indígenas y caer en el “indianismo” actualmente puesto de moda, pero la historia reciente nos dice que en esos pueblos se construyen y maduran algunas de las alternativas mundiales más importantes.
Ahora bien, son muchas las experiencias que en nuestro continente, por ignorancia o por las limitaciones puestas por fuerzas externas, han centrado sus esfuerzos en el desarrollo nacional; aunque esto implique impulsar una forma de capitalismo nacionalista o populismo. Ahí tienes los ejemplos de Lula en Brasil –hoy proclamado como prototipo de líder de la izquierda- o a la misma Cristina Fernández en Argentina. Reconozco que ambos han hecho un excelente trabajo en sus naciones y que han logrado generar un contrapeso político y económico a la mayor potencia hegemónica en la historia de la humanidad: EUA. Bravo por ello, las condiciones lo exigían.
Creo que ese es exactamente el mismo camino por el que ha optado Andrés Manuel López Obrador, y ahí mi imposibilidad para mirarlo con simpatía y aceptar su proyecto. Reconozco que es un hombre valiente y que lo acompañan gente de gran talento como muchos que contribuyeron a escribir el Proyecto Alternativo de Nación. También sé que mucha gente honesta organizada desde el Movimiento de Regeneración Nacional tiene la férrea intención de cambiar el país, pero para ello no basta con cambiar de clase política o de grupo en el poder. Déjame confesarte que hasta recibí con alegría la noticia de que AMLO sería el candidato de la izquierda electoral. Pero todo eso no es suficiente para que los considere cómo una verdadera alternativa.
Pero no te asustes, tampoco llamaré a no votar; las condiciones actuales del país me lo impiden. Yo no votaré, eso si me queda claro. Pero como alternativa, pues mi no-voto no es pasivo, continuaré en los caminos de la resistencia y de la organización. Continuaré alimentando el empoderamiento de la gente y de los pueblos para que algún día, espero no muy lejano, podamos construir un gobierno-pueblo.
Espero, querida Lucia, que estás líneas alimenten nuestro debate y nos permitan seguir generando preguntas y respuestas, todas encaminadas a transformar nuestro país.
Un abrazo fraterno
Raúl Romero