Michoacán:
la guerra y la paz
Por
Raúl Romero
La
guerra
El pasado 13 de noviembre de 2011
los michoacanos salieron a votar para elegir “representantes” de 113
ayuntamientos, 40 diputaciones (24 por mayoría relativa y 16 por representación
proporcional) y gobernador. Para el cargo de gobernador tres eran los
competidores: por la alianza entre el PRD-PT-Convergencia, Silvano Aureoles. Por
el bloque conformado por el PAN y Nueva Alianza compitió Luisa María Calderón
Hinojosa, hermana del actual presidente de México. La coalición integrada por PRI-PVEM
postuló a Fausto Vallejo, a quien hace unos días el Instituto
Electoral de Michoacán (IEM) entregó la constancia de mayoría que lo acredita
como gobernador electo para el periodo 2012-2015.
El padrón
electoral de Michoacán registra 3 millones 427 mil 951 ciudadanos y ciudadanas
de los cuales sólo acudieron a votar 1 millón 858 mil 010 personas, lo que
significa que más del 43% de los electores no participó de dicha elección.
Fausto Vallejo obtuvo la victoria con apenas 658, 589 votos, es decir apenas el
19% de los electores registrados. Un dato más que me interesa resaltar es el
número de votos anulados: 56, 815.
Las
campañas electorales estuvieron llenas de descalificaciones y de
información no comprobada, pero que vale
la pena considerar. El candidato del PRI-PVEM y gobernador electo de Michoacán
acusó a Luisa María Calderón, Cocoa, de ser beneficiada con distintos
programas sociales y con la maquinaria del gobierno federal. Por su parte, Cocoa
y varios miembros del PAN culparon a Vallejo de tener alianzas con el crimen
organizado y hasta calificaron su triunfo como resultado de una narcoelección.
Sobre Silvano Aureoles no hubo mucho que decir: el descrédito de su partido
como consecuencia de las pugnas entre las tribus que lo (des)componen y la
incapacidad de los gobiernos perredistas en Michoacán para enfrentar al crimen
organizado fueron suficiente elemento para ahuyentar a los electores.
Para
el grupo en el poder, y en particular para Felipe Calderón, la derrota de su
hermana Cocoa es uno de los mayores golpes en su sexenio; sobre todo en
el plano de lo simbólico. Recordemos que el 11 de
diciembre de 2006, apenas 5 meses después del fraude electoral que lo llevó a
la presidencia de México, Felipe Calderón inició lo que sería su intento por
legitimar un triunfo cuestionado a todas luces: la “guerra contra el
narcotráfico”; dicha guerra inició con el Operativo Conjunto Michoacán.
Como parte de aquel espectacular operativo, la Policía Federa y el Ejército
Mexicano detuvieron a 11 presidentes municipales, 16 altos funcionarios y un juez,
todos acusados de vínculos con el crimen organizado. Hoy esos funcionarios se
encuentran en libertad por falta de pruebas. De esta forma Calderón no sólo
pierden en su tierra natal, sino que evidencian que sus únicas estrategias para
ganar es el fraude y para gobernar la fuerza bruta.
Para
el PRD y la “izquierda” electoral la derrota es más que simbólica, pues Michoacán
fue uno de sus bastiones más importantes. La tierra dónde el general Lázaro
Cárdenas inició la gran reforma agraria en la primera mitad del siglo pasado,
también fue gobernada por su hijo Cuauhtémoc (1980-1986) y su nieto Lázaro
(2002-2008) –PRI y PRD, respectivamente-. En 2008 otro perredista, Leonel
Godoy, ganó las elecciones que lo tienen cómo gobernador hasta 2012. De esta
manera, el PRD evidencia que su base social ha dejado de verlo como una
alternativa.
La paz
En ese mismo estado donde Felipe
Calderón inauguró una de las eras más sangrientas de México –que hoy ha costado
más de 50 mil muertos, cerca de 10 mil desaparecidos y miles desplazados-; ahí
donde los partidos y la clase política recientemente mostraron lo que son
capaces de hacer por llegar al poder por el simple hecho de tener poder, es el
mismo lugar donde se construyen desde
abajo y con la dignidad bien en alto dos de las principales alternativas para
frenar tanta violencia: Cherán y Sta. María Ostula.
En plena tierra caliente –una de las
regiones más violentas del país-, en el municipio de Aquila para ser exactos,
se encuentra la comunidad nahua de Santa María Ostula; comunidad en la que en
junio 2009 fue lanzado el Manifiesto de Ostula como producto de la XXV
Reunión Plenaria del Congreso Nacional Indígena, Región Centro Pacífico. Dicho
manifiesto es una reivindicación del derecho a la autodefensa indígena. Apenas
unas semanas después de la firma y difusión de dicho manifiesto, decenas de
comuneros recuperaron más de 700 hectáreas que eran ocupadas ilegalmente por
caciques de la región.
También en el estado de Michoacán se
encuentra el municipio de Cherán, lugar en el que los comuneros purépechas
decidieron enfrentar a los talamonetes que estaban destruyendo sus bosques.
Cansados de la corrupción y la ineficiencia del gobierno, los pobladores de
Cherán se organizaron y en comunidad tomaron el poder para convertirse en un
pueblo-gobierno para combatir la inseguridad y la injusticia. Desde el mes de
abril del presente año, miles de hombres y mujeres se organizan para patrullar
su territorio.
Tanto en Sta. María Ostula como en
Cherán no se instalaron casillas el pasado 13 de noviembre. Los habitantes
decidieron elegir a sus autoridades de la forma en que históricamente lo hacen.
Los pueblos de Cheran y Ostula se ponen de esta forma en el camino de las
autonomías en donde la sociedad es capaz de garantizarse a sí misma la
seguridad y la justicia que los gobiernos nos niegan.
Así, Cherán y Ostula se suman a
otras experiencias organizativas como las del Ejercito Zaptista de Liberación
Nacional en Chiapas o la Policía Comunitaria en Guerrero, experiencias que
ofrecen alternativas en materia de seguridad y que buscan frenar la guerra de
exterminio neoliberal. Estos pueblos que alzan su voz en defensa de la vida
humana y de la madre tierra nos enseñan el camino hacia una paz con justicia y
dignidad; y materializan la idea de que otro mundo es posible.
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